Narrativa
Reflexión
Sobre la palabra
(Primera parte)
Introducción.
¿Qué
es la palabra? ¿Un signo, un símbolo? ¿Un resto de imagen auditiva?
Básicamente
deberíamos decir que una palabra es el resultado de alguna articulación determinada en el conjunto de relaciones
posibles entre ciertas imágenes auditivas y cierto collage de
imágenes visuales, olfativas, táctiles y gustativas.
Es el
“conjunto de relaciones posibles” básicamente porque la palabra no entraña una
relación prefijada, de hecho, se podría pensar la palabra como un “esfuerzo de
relacionar” tales imágenes, procurándoles un soporte en el asidero que provee
el lenguaje.
En
esta línea de pensamiento podríamos postular a a palabra como el esfuerzo de
dar expresión a algo de aquello registrado por los sentidos. No a cualquier
cosa, sino a aquello que por algún motivo se ha registrado de forma intensa,
sea por tratarse de una vivencia especial o bien, por estar entrar en relación
con algo registrado previamente como una vivencia especial. Es decir, la
palabra si es signo, es signo del esfuerzo psíquico de dar expresión a aquello
que posee una investidura afectiva.
De
hecho, no es lo único que podemos decir de la palabra, pero, veremos que en
esta primera conceptualización -si bien fragmentaria y solo aproximada- podemos
captar algunas de sus caraterísticas básicas entre las que destacaremos sin
duda alguna la función de “dar soporte a alguna expresión afectiva”.
¿Pero
qué es “dar soporte”? ¿Cómo se le “da soporte” a una expresión afectiva? ¿Por
qué privilegiar tal función respecto de cualquier otra?
Básicamente,
privilegiamos esta función pues es la función que podemos atribuirle de forma
unívoca. La palabra no nace sino como un esfuerzo de “literalizar” algo de lo
percibido, literalizar en ambos sentidos predominante de tal acepción: fijar y
formalizar lo percibido, interna y externamente. Fijar y formalizar alguna
relación entre algo de lo percibido interna y externamente.
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